Las imágenes muestran el vuelo de un dron hasta 2.500 metros de altitud sobre el nivel del mar, en la bonita isla volcánica griega de Milos que está situada en el mar Egeo. Lo mejor en mi opinión es la parte de la aproximación final al suelo.
Dice el piloto que una de las cosas más complicadas –que es precisamente lo que enseña en el vídeo– es comprobar los vientos a las diferentes altitudes, porque si te despistas lo mismo se te va el dron a donde no debe… en un viaje sin retorno. El cuadricóptero en cuestión era un DJI Mavic Pro.
Obviamente su propietario se aseguró antes de que el vuelo no entrañara peligro: con diversas apps comprobó que no hubiera ningún avión en 100 km a la redonda, que aunque suelen volar a mayor altitud nunca se sabe. En plena subida hay un tenso instante de pérdida de señal por lo que el dron entra en el modo «aterrizaje automático» – pero al poco se recupera el contacto para tranquilidad de todos.
Unas vistas impresionantes sin duda – y una grabación «de récord».