Aunque es más complicado de lo necesario, esa es precisamente la gracia. Esta «máquina de hacer pizzas» utiliza como pieza «mecanismo principal» un trenecito eléctrico que da vueltas; el resto son añadidos a cuál más complicados para cada uno de los ingredientes: tomate, salami, queso rallado… al gusto, vamos.
Lo cierto es que los ingredientes al menos quedan estupendamente distribuidos, un poco mediante el factor random propio de todo el asunto.
Sobre la efectividad de la parte alimentadora ya no opinamos, porque eso sí que es parece un desastre como los habituales de Joseph o los de las máquinas de Simone Giertz, otra de nuestras favoritas.
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