«Nadie quiere usar software» es la esencia de esta reflexión honesta de Jane Ruffino acerca del diseño de aplicaciones. Y es que quienes están ya de vuelta de todo saben que el objetivo no es crear experiencias que requieran interacción constante o llamen la atención, sino ayudar a las personas a pasar lo más rápido posible por el «mal trago» de tener que usar el ordenador para algo para volver a lo que realmente quieren hacer: disfrutar de su vida. Si el software es un obstáculo, que quita tiempo en lugar de facilitarlo, es remar para nada, una tontá.
Puede sonar un poco paradójico, pero el verdadero reto no es hacer algo superguay que la gente quiera usar todo el día… ¡Al contrario! El objetivo es ayudar a que la gente deje de usar el producto lo más rápido posible y pueda dedicar su tiempo a otras cosas más reales y placenteras.